Influir positivamente. Este fue siempre un propósito predicado por Enrique Alcat, uno de los más destacados especialistas en comunicación de crisis del presente siglo.
El objetivo se alcanza de manera sostenible cuando la práctica respalda los mensajes claves y viceversa.
El ejercicio de una ciudadanía corporativa bien comunicada crea un rastro reputacional, una narrativa que aporta valor y que permite conocer la esencia de la empresa.
En la esfera digital esta huella es de alta relevancia, pues cuando se requiere lafotografía rápida de la trayectoria de un negocio, los motores de búsqueda de internet son una vía adecuada.
Limpiar la imagen en internet es un servicio de inteligencia en boga, por lo cual la medición de la reputación online podría arrojar, en determinados momentos, resultados parciales.
Si auscultamos la trayectoria mediática de una empresa “problematizada” y solo hallamos flores en el camino, la sirena de la sospecha y la duda debe activarse. Alguien retiró la basura digital que le afecta.
Pudiésemos estar, entonces, ante un ente corporativo simulador, bipolar y que pretende engañar a los incautos. Los vestigios de las malas prácticas no siempre desaparecen del todo.
Una empresa socialmente responsable hacia adentro y hacia afuera, centrada en el cumplimiento de las normas, nada tiene que borrar en la gran telaraña de la comunicación, que es intenert. Actúa a la luz del sol y sus propios pasos construyen contrastes entre lo bueno y lo malo.
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