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En el caso del ron, tan emblemático, es necesario cuidar su autenticidad, no prohijar a corsarios y piratas que suelen entrar a la industria, a veces con apoyo político, afectando la calidad de ese tradicional activo”.

Hace tiempo que República Dominicana se ha dispuesto establecerse como marca país. La idea es retomada ahora por el nuevo gobierno, quien ha creado una comisión multisectorial para esos fines bajo la gerencia del ministro de Turismo David Collado.

Detrás de ese objetivo caminan muchos países en América Latina y desarrollan una agenda para alcanzarlo, en algunos casos bastante consistente y agresiva, pero apenas han logrado posicionarse como lugares experienciales, especialmente para los visitantes extranjeros.

La marca país está poderosamente anclada a la reputación y el primer paso en la estrategia es trabajar para el fortalecimiento de ese activo intangible. Esto está más allá de un logotipo, un slogan o el simple ejercicio de relaciones públicas.

Es una tarea compleja que implica transformaciones, reformas, cambios culturales, con el propósito de mejorar la percepción sobre bases sólidas: desarrollo tecnológico, inversión en infraestructura, calidad y autenticidad de los productos exportables, control efectivo de la corrupción, simplificación de la permisología y sana competencia.

Otros factores son la seguridad pública y jurídica, el cumplimiento de la ley sin que medien preferencias, favoritismo o populismo. Las conexiones aéreas resultan claves en el propósito de la marca país. En todos los índices y ranking sobre la materia, las infraestructuras para el transporte aéreo son citadas como elementos relevantes.

Contamos con ejes muy fuertes para trabajar una estrategia marca país. En música, la bachata es patrimonio universal de la humanidad; en productos exportables, el ron y el cacao tienen alto prestigio internacional y en turismo, las playas y la hotelería son valores distintivos, pero falta diversificación.

En el caso del ron, tan emblemático, es necesario cuidar su autenticidad, no prohijar a corsarios y piratas que suelen entrar a la industria, a veces con apoyo político, afectando la calidad de ese tradicional activo.

Contamos con historia y tradiciones fantásticas, pero  falta una narrativa de estos tiempos, con la ayuda de las tecnologías de la comunicación de estos tiempos, que permitan su disfrute y comprensión.

La gastronomía es otro factor de extraordinaria importancia. Tenemos que universalizar la cocina dominicana. Hace falta un experto gastronómico en la comisión formada por David Collado, Ligia Bonetti, Circe Almánzar, Celso Marranzini, Paola Rainieri, Rafael Blanco Canto, Carlos José Martí, Manuel Pozo Perelló, Juan B. Vicini Lluberes, Pedro Brache Álvarez, Héctor José Rizek y Fernando Capellán.

Como colofón, tenemos muchas ventajas para ser marca país, pero quizás el primer paso es conseguir ser una economía grado de inversión y para eso se precisa de una profunda reforma institucional. Ahí estaríamos en condiciones de alcanzar un posicionamiento reputacional. Sin esa base cualquier cosa puede ser, cuando menos, un sueño en una noche de verano. El reto es evitar que sea de esta manera.

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