Compartir:

La transparencia en las operaciones y la rendición de cuentas no son opcionales; son imperativos. Las empresas deben ser modelos de ética y buen gobierno, demostrando que es posible actuar con integridad en todos los aspectos del negocio. En segundo lugar, el compromiso con el desarrollo sostenible ya no es una tendencia, sino una necesidad.

En un país donde la desconfianza en las instituciones públicas parece haberse vuelto la norma, las empresas privadas emergen como uno de los pocos actores que mantienen la credibilidad y la confianza de la ciudadanía. 

Los resultados de la reciente Encuesta de Cultura Democrática 2022-2023, realizada por el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, ofrecen una radiografía que revela no sólo las áreas de oportunidad y los desafíos que enfrenta la democracia dominicana, sino también una esperanza depositada en la empresa privada como un actor clave en la construcción del tejido social y económico del país.

Los datos son llamativos: mientras que instituciones como el Congreso, los partidos políticos y otros entes gubernamentales se tambalean bajo el peso de una creciente desconfianza, la empresa privada ha experimentado un incremento en la percepción positiva por parte de la población. 

De acuerdo con la encuesta, la confianza en las empresas privadas alcanzó un 38.5% en noviembre de 2022, un aumento de 4 puntos porcentuales en comparación con abril del mismo año. Este incremento, aunque modesto, es significativo en un contexto donde la credibilidad es un recurso escaso y muy preciado.

Este dato no debe tomarse a la ligera. En un entorno donde la desafección democrática y la percepción de corrupción han erosionado la confianza en las instituciones públicas, las empresas privadas están siendo vistas como una alternativa más confiable y eficaz.

Esto las posiciona en un lugar de liderazgo no solo económico, sino también moral y social. La empresa privada no solo provee bienes y servicios; también tiene la capacidad de influir en la cohesión social y en la percepción general del progreso y desarrollo del país.

Pero, ¿qué significa realmente este aumento en la confianza? En primer lugar, es un reflejo de que la ciudadanía sigue reconociendo el valor de la empresa privada en la economía nacional. A pesar de las críticas que a menudo se dirigen hacia el sector privado por distintas cuestiones, los dominicanos parecen estar más dispuestos a depositar su confianza en las empresas que en las instituciones que deberían ser las garantes del bienestar público.

Este fenómeno también subraya una oportunidad clave para las empresas: la de convertirse en agentes de cambio y estabilidad en un país que lo necesita urgentemente. En un momento en que la desconfianza interpersonal y la fragmentación social amenazan con socavar los pilares fundamentales de la cohesión comunitaria, las empresas pueden y deben asumir un rol proactivo en la reconstrucción de esa confianza.

La pregunta ahora es: ¿cómo pueden las empresas aprovechar esta confianza para contribuir de manera efectiva al desarrollo del país? La respuesta no es simple, pero hay algunas direcciones claras que deben considerarse. Primero, la transparencia en las operaciones y la rendición de cuentas no son opcionales; son imperativos. 

Las empresas deben ser modelos de ética y buen gobierno, demostrando que es posible actuar con integridad en todos los aspectos del negocio. En segundo lugar, el compromiso con el desarrollo sostenible ya no es una tendencia, sino una necesidad. Las empresas deben adoptar prácticas que no solo generen beneficios económicos, sino que también promuevan la justicia social y la sostenibilidad ambiental.

Finalmente, la relación de las empresas con la comunidad debe ir más allá de la filantropía tradicional. Es esencial que las empresas se integren de manera profunda en las comunidades donde operan, promoviendo el desarrollo local, ofreciendo oportunidades de empleo y educación, y participando activamente en la resolución de los problemas que enfrentan esas comunidades. Esta conexión genuina con la comunidad no solo refuerza la confianza, sino que también fortalece el tejido social en su conjunto.

En resumen, el aumento de la confianza en las empresas privadas, tal como lo refleja la Encuesta de Cultura Democrática, es una señal positiva en un mar de desconfianza. Sin embargo, con esta confianza viene una responsabilidad aún mayor. Las empresas privadas deben ser conscientes de su papel no solo como motores económicos, sino también como pilares de la cohesión social y la estabilidad democrática en República Dominicana. 

Si logran asumir este rol con la seriedad y el compromiso que exige el momento, no sólo estarán garantizando su propio éxito, sino también contribuyendo a un futuro más equitativo y próspero para todos los dominicanos.

Avenida Bolívar 195
Torre Corporativa Bolívar
Suite 505. La Julia, Distrito Nacional, República Dominicana

Mediáticos © 2024
Design by Strategium