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Cada 27 de febrero se produce la rendición de cuentas del Presidente ante el Congreso Nacional y las noticias se centran en este evento. La mayoría de la gente se entera del contenido en forma fragmentada a través de los medios, que seleccionan los tópicos según criterio editorial, o de las desintegradoras redes sociales. 

 Este año, la intervención de Luis Abinader superó las dos horas, con un discurso cargado de datos, cifras y promesas, sin adaptarse al mundo digital donde la capacidad de atención se reduce drásticamente. Aquí  surge una pregunta clave: ¿Cómo modernizar estos discursos para conectar con todas las generaciones?

Un líder del siglo XXI debe comprender que no basta con hablar o exponer; hay que saber cómo, cuándo y dónde comunicar. ¿Qué se puede hacer  para una rendición de cuentas más efectiva en la era digital? Las opciones son mútiples, pero ofrezco una lista, que  si bien puede ser limitada, crearía un parteaguas entre una tradición arraigada y los nuevos tiempos:

  1. Duración inteligente
    La atención en la era digital es volátil. Un discurso más corto (40 minutos) o dividido en segmentos ayudaría a mantener el interés. El mensaje clave, matriz o el eje discursivo, debe estar claro en los primeros minutos.
  2. Multiformato y multicanal
    No todos consumimos información de la misma manera. Mientras algunos prefieren ver el discurso en TV, otros optan por resúmenes en redes sociales, hilos en X, videos cortos en TikTok o newsletters con análisis y explicaciones resumidas.
  3. Narrativa cercana y emocional
    Más allá de los números, que cuando abundan marean, la gente conecta con historias. Ejemplos concretos, testimonios ciudadanos y casos de éxito pueden hacer la diferencia en una pieza oratoria.
  4. Gráficos y contenido visual
    Un discurso con apoyo visual es más memorable. Gráficos en vivo, mapas interactivos, titulares, citas y clips animados pueden hacer que los datos cobren vida y capten el interés de la audiencia.
  5. Interacción en tiempo real
    Incluir encuestas, sesiones de preguntas y respuestas, o espacios en plataformas como X Spaces o YouTube Live, permitiría que la ciudadanía participe de forma activa, aunque este ejercicio requiere transparencia y gestión de riesgos.

La comunicación política ha cambiado y las rendiciones de cuentas no pueden quedarse atrás. No se trata solo de informar, sino de conectar, inspirar y movilizar. Adaptarse a los nuevos tiempos no es una opción, sino una necesidad. Este cambio que propongo -que si bien es disruptivo y hasta subversivo frente a la tradición- no afecta la solemnidad de la Asamblea Nacional o de la sesión conjunta de las cámaras legislativas.

¿Hay antecedentes que se pueden tomar en cuenta para dar un giro a la aburrida rendición de cuentas, las aluciciones presidenciales o el discurso a la nación en otras circunstancias? Tomemos en cuenta a Barack Obama, un innovador, pionero en la comunicación política al integrar plenamente internet y las redes sociales en su estrategia de comunicación, con presencia activa en YouTube, Facebook, Twitter y SMS. 

Como hecho emblemático, su discurso de victoria de 2008, duró solo 17 minutos y se convirtió en uno de los más viralizados hasta entonces​ en la esfera digital. Durante sus informes anuales al Congreso, la Casa Blanca transmitía una versión “enhanced” en vivo con gráficas, fotos y datos complementando cada punto del discurso. También organizaba sesiones de preguntas y respuestas en línea – como el “Big Block of Cheese Day” o entrevistas con YouTubers influyentes – para interactuar con ciudadanos​.

Otro ejemplo digno de ser citado es el primer ministro de India, Narendra Modi, quien ha modernizado notablemente sus discursos combinando tradición con innovación digital. Durante la campaña electoral de 2014, desarrolló un sistema de mitines holográficos en 3D: se proyectaba a sí mismo como holograma en hasta 90 actos simultáneamente. Esto le permitía hablar “en vivo” en decenas de localidades remotas como si estuviera allí en persona.

Un aspecto innovador es la incorporación de la voz ciudadana en sus discursos. Desde 2015 instituyó la práctica de “crowdsourcing”: antes de grandes discursos (como el del Día de la Independencia cada 15 de agosto), invita al público a enviar ideas y preguntas a través de plataformas digitales.

Semanas antes del discurso de 2018 pidió sugerencias en su propia app y en la web MyGov, tuiteando el enlace y asegurando que leería las propuestas. Miles de personas participaron, planteando temas desde seguridad de las mujeres hasta reformas tributarias.  Modi incorporó varias de esas inquietudes en su alocución. 

Esta interacción directa – inédita en discursos oficiales – fue muy bien vista por la ciudadanía, que se sintió parte del diálogo nacional. Los  medios resaltaron la iniciativa como una forma de hacer más participativa la política, concitando atención.

Además, Modi explota al máximo las redes sociales para amplificar su mensaje. Entiende que un discurso no solo se pronuncia ante quienes están presentes, sino frente a una audiencia online global. No en vano se ha convertido en el líder mundial más seguido en redes como X (105.6 millones de seguidores) e Instagram (92.3 millones).

El presidente de Ucrania es otro paradigma en términos de disrupción comunicacional. Volodymyr Zelensky ha brindado quizás la lección más dramática de comunicación política en la era digital, especialmente a raíz de la invasión rusa de 2022. Antiguo actor y comediante, Zelensky supo adaptar sus habilidades narrativas al escenario digital globalpara obtener apoyo masivo.

Desde el inicio del conflicto, optó por discursos diarios breves en video, grabados muchas veces con un simple teléfono en ubicaciones emblemáticas de Kiev, dirigiéndose tanto a su pueblo como al mundo. Estos “selfie-vídeos” de tono directo y emocional (como aquel en que, de noche en la calle junto a sus ministros, afirma “Estamos aquí. Defendiendo Ucrania”) se convirtieron en un arma comunicativa poderosa.

Cada video era subido de inmediato a Twitter, Telegram, Instagram, YouTube y subtitulado en múltiples idiomas por simpatizantes, alcanzando audiencias globales en tiempo real. La prensa occidental destacó que estas “alocuciones desde las trincheras” servían a la vez de prueba de vida y de llamados a la solidaridad.

Zelensky logró, con mensajes de apenas minutos, lo que antes requeriría largas giras diplomáticas: conmover a la opinión pública internacional y presionar a gobiernos extranjeros para que apoyaran la causa ucraniana.​

La experiencia muestra que un discurso político en la era digital ya no es un monólogo unidireccional, sino parte de un ecosistema comunicativo. Un líder que tuitee en vivo, que acompañe sus palabras de gráficos o videos, o que dialogue con preguntas del público, consigue que su mensaje trascienda y se discuta en tiempo real en millones de pantallas.

Los líderes que ignoran las nuevas dinámicas se arriesgan a perder relevancia y conexión con una sociedad cada vez más interconectada​. ¿Qué pensará la nueva generación política? Veo a algunos en redes sociales, pero aún muy chapados a la antigua, en una extraña simbiosis de pasado y presente.

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